A lo largo de las tres vidas de Bentley, la vertiente deportiva nunca fue la más evidente. Y aunque estuviese presente en la comunicación de la marca, no era algo que se pudiese realmente apreciar al volante. Pero con la llegada de este Bentley Continental GT V8, todo podría cambiar. Lo probamos para saber si realmente tiene algo de deportividad y si es un modelo digno de los dos impulsores de la marca, Walter Owen Bentley y Ferdinand Piëch.
Bentley pasó por tres etapas en su vida. La primera duró poco más de 10 años y se remonta a su fundación por un ingeniero apasionado de trenes y locomotoras, Walter Owen Bentley. Sus coches eran grandes y pesados, cual locomotoras, pero ganaban carreras. De hecho, ganaron cinco veces las 24 Horas de Le Mans (en 1924 y de 1927 a 1930).
Tampoco se quedaban atrás en términos de calidad y lujo. Sin embargo, en 1931 Rolls-Royce compró Bentley -al borde de la quiebra- y a partir de entonces, los Bentley serían simplemente Rolls-Royce una pizca menos ostentosos, con algún que otro cupé en la gama para justificar su supuesta deportividad.
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Tres una travesía del desierto de 67 años, Ferdinand Piëch, perdón, Volkswagen, compra Bentley en 1998. Bueno, en realidad quería comprar Rolls-Royce, pero BMW compró los derechos de ésta por la puerta de atrás y Piëch tuvo que conformarse con Bentley