La fábrica de Volskwagen en Zwickau, en Baja Sajonia, Alemania, ha visto salir de su línea de ensamblaje a su último coche de combustión: la séptima generación Golf R Estate. Aquí se han fabricado vehículos desde 1904, y de su línea de montaje han salido modelos tan emblemáticos como el Trabant.
Hoy esta planta se dedicará en exclusiva al ensamblaje de coches eléctricos, como el Volkswagen ID.3 desde noviembre de 2019, y en el futuro también albergará los modelos de sus marcas hermanas SEAT y Audi.
El fin de una era
La marca alemana ha dicho adiós a los motores de combustión en Zwickau con esta variante del Golf, equipada con motor de gasolina de 2.0 litros y acabada en Oryx White Pearl Effect, que irá a parar a un cliente alemán.
Con una inversión de 1.200 millones de euros, el fabricante alemán ha ido transformando Zwickau para convertirla en el eje de su plan de electrificación. Una vez se alcance la fase de ampliación final a partir de 2021, producirá seis modelos con plataforma MEB de tres marcas del grupo gracias a los 8.000 empleados que allí trabajan en consonancia con más de 1.600 robots que desarrollan labores de ensamblaje.
Los trabajos de transformación ya comenzaron en el pabellón 6, donde se ha producido Golf Estate hasta ahora. Después de una fase de conversión que durará varias semanas durante el verano, los primeros vehículos eléctricos se producirán allí a finales de año, junto con el ID.4, y también se planea un SUV de la marca hermana Audi.
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