NIO está consiguiendo despegar y salir del peligroso club-burbuja que conforman cientos de start-up chinas de coches eléctricos. Los últimos resultados de entregas son prometedores (+179 % en junio) y sus dos modelos eléctricos tienen buena acogida en el mercado chino. Hace unos días, salió de su fábrica en Hefei el NIO número 50.000: un ES8 blanco.
Mientras tanto, se está asegurando capital de los bancos estatales y ha firmado líneas de crédito con seis bancos nacionales por un valor de 1.300 millones de euros.
¿»Un exceso de optimismo»?
NIO quiere posicionarse como el primer fabricante de coches eléctricos premium dentro del mercado local, y para ello necesita el beneplácito no solo de inversores, sino también del Gobierno comunista. De momento, la inyección de capital le está viniendo de Anhui, al este de China, donde NIO tiene a todos sus prestamistas.
Son sucursales de bancos comerciales de propiedad estatal que, gracias al acuerdo de cooperación que le une con la capital, Hefei, han otorgado al fabricante las líneas de crédito.
Este anuncio puede disipar las preocupaciones de los accionistas sobre su liquidez, aunque recientemente Goldman Sachs ha rebajado la calificación del fabricante debido a lo que considera «un exceso de optimismo» ya que no ha habido «cambios sustanciales en el volumen», dice.
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A corto plazo, el banco que ‘gobierna el mundo’ espera que NIO tenga suficiente efectivo para los próximos dos años gracias a esta inyección de capital, y cree que los