Hace 25 años que se fabricó uno de los primeros BMW fuera de su país natal, se trataba del Z3 producido en la planta norteamericana de Spartanburg, y que daba respuesta al segmento de los roadster por parte de la firma de Múnich más de 40 años después de aquel mítico 507, concebido precisamente para el mercado americano y que casi lleva a la ruina a la marca alemana. No obstante, el Z3 se convertiría en una mano ganadora con casi 300 mil unidades fabricadas.
Inspirado en el 507 de los años 50
Las líneas del Z3 fueron creadas por el diseñador Joji Nagashima inspirándose en el 507 de lo años 50, tal y como puede verse en su larguísimo capó, una zaga muy cortita y una posición de conducción de posición prácticamente sobre el eje trasero, todo ello envuelto en unas contenidas dimensiones de 4.050 mm de longitud, fórmula que años más tarde repetiría un musculoso Z4 con el sello intrínseco de Chris Bangle, siendo sus branquias laterales los elementos más característicos de este primer roadster de la era moderna.
El Z3 no se caracterizaba por un gran refinamiento o un lujo excesivo, tan solo se centraba en proporcionar la mejor experiencia de conducción, si bien es cierto que posee un carácter ligeramente más GT que un Miata. No obstante, al inicio fue duramente criticado por recurrir a un esquema de suspensión trasero basado en el anterior Serie 3 E30, además de por las escasas prestaciones de sus propulsores de cuatro cilindros con potencias de 114 y 143 CV.
BMW escuchó las críticas y su respuesta no tardó en llegar, en abril de 1997, tan solo dos años después del inicio de la producción del Z3, lo equipó con el seis cilindros de 2,8 litros de 193 CV (M52B28), además de sacarse de