La historia del Motorsport japonés está llena de altibajos, sobretodo en cuanto a las carreras de resistencia se refiere. Si por algo son conocidos los fabricantes del país del sol naciente es por su perseverancia e insistencia para lograr sus objetivos. Mazda, tras más de una década de asaltos, consiguió finalmente ganar las 24 horas de Le Mans con un coche de motor rotativo y Toyota consiguió en 2018 ganar por fin la mítica carrera francesa después de quedarse a las puertas en más de una ocasión. Pero hoy venimos a hablar del lado contrario, de uno de los proyectos más desconocidos de japón: el TOM’S Toyota LMP.
En 1996, en plena transición del Grupo C a la categoría LMP1, Toyota decidió intentar un nuevo asalto a las 24 horas de Le Mans de la mano de TOM’s, uno de sus principales preparadores en japón. La firma de Tachi y Oiwa contaba con un presupuesto muy reducido, de unos 500.000$, para desarrollar un prototipo para correr en la mítica carrera francesa. La marca nipona estaba en aquel momento centrada en su programa de la CART y también se encontraba en pleno desarrollo de un coche con especificaciones GT1; el Toyota GT-One.
La idea principal de Toyota no era competir con este LMP, era más un ejercicio de desarrollo, para evaluar el futuro de la marca comparándolo con el GT1. Aún así, TOM’S lo evolucionó como si fuera a correr, aunque fuera como un coche privado. Con un presupuesto tan bajo, no había margen de emplear los materiales más tecnológicos en su construcción. Aunque su fondo plano era una plancha de acero, contaba con un monocasco y una carrocería de fibra de carbono, que dejaban el peso total del coche (sin incluir luces, que nunca se llegaron a montar), de 790 Kg. Aún