Contenido
Un poco de historia
Funcionamiento: la válvula wastegate y la válvula de alivio
La temperatura, el gran enemigo de nuestro turbocompresor
El intercooler
Motores turbo: diésel vs. gasolina
El turbocompresor, conocido en el día a día como turbo, es un elemento muy extendido en los motores de hoy día, presente prácticamente en todos los motores diésel modernos, y cada vez más en propulsores de gasolina con la fiebre del downsizing, la cual ha venido para quedarse.
El turbo es una de las varias opciones para sobrealimentar el motor y conseguir un aumento de potencia sin aumentar el tamaño ni cilindrada del mismo. Para ello comprime el aire de admisión aumentando su densidad, es decir, se logra introducir más cantidad de oxígeno en el motor, y como la relación entre aire y gasolina, llamada dosado, debe de mantenerse constante, la cantidad de combustible introducida también aumenta. Resumiendo: más oxígeno, más combustible y más potencia.
Por tanto, los motores equipados con turbocompresor, y en definitiva, sobrealimentados, poseen una gran ventaja frente a motores atmosféricos en zonas de gran altitud o en climas muy calurosos, donde la densidad del aire es menor (hay menos oxígeno).
Comprimiendo el aire de admisión se consigue llenar los cilindros con más cantidad de oxígeno, produciendo así más potencia al poder quemar una cantidad mayor de combustible.
Un poco de historia
A finales del siglo XIX, sobre 1885, Gottlieb Daimler presentó sus primeras patentes relacionadas con la sobrealimentación, pero no fue hasta 1915 cuando el ingeniero suizo Alfred Büchi, que trabaja para Sulzer AG, una empresa de ingeniería y fabricación industrial, no patentó un turbocompresor muy similar a los usados hoy día. Alfred siguió mejorando sus diseños, llegando a comercializar en 1925 motores diésel de 10 cilindros sobrealimentados con su turbocompresor.
En los años 60 se empezó a cosechar los primeros éxitos del turbocompresor, ya que con motores de