El Citroën CX nace en 1974 con la difícil misión de remplazar al irremplazable Citroën DS, pero lo hace con un nivel tan alto en tecnología, innovación y planteamiento futurista que se convierte en un vehículo de lujo admirado por todos desde el primer momento. Hemos podido analizar y probar esta preciosa unidad en versión CX 25 GTI de 1983 y, además de contaros todos los detalles del coche voy a intentar explicar por qué creo que es la última gran berlina francesa. ¡Empezamos!
El Citroën CX por fuera
El diseño exterior del Citroën CX parece futurista incluso hoy. Es un coche espectacular, afilado y único en su forma y proporciones.
Más aerodinámico que su predecesor, el CX recibe su nombre del coeficiente de penetración aerodinámica y alcanza una cifra de 0,36 que hoy sería modesta pero en 1974 era mucho mejor que la de su predecesor.
El CX pierde las ventanillas sin marco del DS, pierde también los faros direccionales o los intermitentes en el techo, pero integra innovaciones como el limpiaparabrisas monobrazo con eyector integrado, la luna trasera convexa o la pieza desmontable del carenado de la rueda trasera (que desaparecería con el CX).
Su originalidad es notable, su elegancia también, y todavía arrastra detalles nobles como las defensas de acero inoxidable
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El Citroën CX por dentro
El interior del CX es totalmente coherente con su exterior: futurista, innovador y lleno de detalles originales.
Llama la atención su cuadro de mandos «concentrado» que se prolonga hasta los satélites laterales donde están todos los mandos al alcance de la mano.
El cuadro de mandos es de tambores, son los números los que giran y la aguja la que permanece inmóvil. Es una excentricidad que no tiene nada de práctico, no es muy legible (sobre todo el cuentavueltas) y tal vez no tenga ningún