La colaboración entre Toyota y Subaru para la creación de los Toyota GT86 y Subaru BRZ es una de las más fructíferas, en términos de resultado obtenido, pero también una de las más improbables.
Todo estaba en contra del GT86 y Tetsuya Tada, el padre del Toyota GT86, tuvo que lidiar con los prejuicios y el corporativismo de dos de las empresas más conservadoras de Japón para poder llevar al mercado un deportivo asequible y divertido, a pesar de su déficit de potencia. Esta es la historia de cómo nacieron el Toyota GT86 y el Subaru BRZ.
Toyota, con el éxito del Prius y de sus modelos híbridos en general a partir de la década de los 2000, se ganó la fama de fabricar excelentes coches, tecnológicos y fiables, pero básicamente aburridos. El propio Akiyo Toyoda, CEO del grupo Toyota y bisnieto del fundador de la marca, se dio cuenta de ello y perpetró una pequeña revolución en su grupo. Los ingenieros eran los que básicamente creaban los coches. La eficiencia del coche y de su producción eran las prioridades y cualquier diseño que consideraban demasiado frívolo era simplemente descartado.
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