La segunda mitad de los años ochenta fue un periodo de bonanza, desregulación financiera, capitalismo salvaje y especulación pura. Una era genial para trabajar en Wall Street, Tokyo y cualquier otro centro financiero. Una era en la que los fabricantes japoneses se permitían todo tipo de proyectos sobre ruedas tan absurdos como fascinantes. Una era que nos regaló maravillas como los Mazda RX-7, los Nissan Skyline GT-R R32 o los Honda NSX. Y también nos dejó prototipos tan curiosos como el Nissan Judo. En el pasado, el futuro eran los deportivos todoterreno.
El Nissan Judo Concept fue presentado en sociedad en el Tokyo Motor Show del año 1987. Con una carrocería coupé y 3,99 metros de longitud, tenía aproximadamente las dimensiones de un Volkswagen Golf de segunda generación. Este coupé compacto presumía de un aspecto totalmente todoterreno, con una suspensión elevada y una rueda de repuesto integrada en el portón trasero. El Judo Concept era un coche biplaza, de orientación 100% lúdica. Tan lúdica como la de un Mazda MX-5, solo que enfocada a la diversión tanto dentro como fuera del asfalto.
Su gran altura libre al suelo y los neumáticos todoterreno Bridgestone eran una clara declaración de intenciones.
Su diseño resulta hoy día anacrónico, pero en su frontal pueden verse unas ópticas similares a las del Nissan 100NX, que llegaría poco después al mercado. Tenía detalles muy curiosos, como accesos laterales al compartimento trasero de carga y un techo móvil, que permitía convertir al Judo en un coupé «targa». El funcionamiento de este techo era eléctrico y el coche adquiría un aspecto más convencional cuando el habitáculo estaba a cielo abierto. El habitáculo era bastante cercano a la producción en serie, con una instrumentación, volante y salpicadero en absoluto revolucionarios.
A nivel mecánico sí había novedades muy interesantes. El Nissan