A finales de octubre, JATO Dynamics publicó un artículo en su web en el que se comunicaba que por primera vez en la historia, las ventas de coches electrificados habían superado a la de los coches diésel. Muchos medios y diarios se hicieron eco de la noticia, afirmando en algunos casos que las ventas de coches eléctricos eran ya superiores a las de los coches diésel. La clave está en la palabra «electrificado», no eléctrico. En este artículo te contamos por qué las ventas de los coches diésel siguen siendo muy superiores, y dónde está el «truco» de esta historia.
Y es que el truco está en la clasificación que JATO Dynamics hace de los coches eléctricos, y por extensión, la clasificación que impera en la Unión Europea. Para estos organismos, un coche electrificado es tanto un Volkswagen ID.3 como un Audi A4 con hibridación ligera de 12 voltios. El problema es que en el espectro de coches electrificados están los eléctricos puros, los híbridos enchufables, los híbridos convencionales (full-hybrid) y los híbridos ligeros, además de fórmulas exóticas y aún poco comunes como los coches eléctricos con extensor de autonomía.
Según JATO, septiembre marca el inicio de una «revolución eléctrica». No tan rápido, vaquero.
Las ventas de todos los coches electrificados se han disparado durante los últimos años, pero las que verdaderamente se han multiplicado exponencialmente han sido las de los híbridos ligeros. Repasemos brevemente qué es un híbrido ligero: es un coche de combustión en cuyo motor se ha instalado un alternador reversible, una máquina eléctrica capaz de recuperar energía en frenadas y deceleraciones, y aportarla de forma puntual a la cadena cinemática, normalmente a través de la polea del cigüeñal. Este «extra» de potencia rara vez supera los 25 CV.
Es un «extra» muy puntual, que puede ayudar al motor térmico en