Mercedes lleva tiempo queriendo cubrir cada hueco, por mínimo que sea, en su gama de productos. Lógicamente, en el caso de los SUV no iba a ser menos. El caso es que la brecha existente entre los Mercedes GLA y GLC era importante, pero dudábamos de si era necesario poner el parche con un modelo a medio camino entre las categorías SUV-C y SUV-D. La marca lo tuvo claro y lanzó el Mercedes GLB.
El Mercedes-Benz GLB nace de la plataforma compacta del fabricante alemán, o lo que es lo mismo, comparte base y motores con coches como el citado GLA o los turismos Clase A, CLA y todas las variantes de carrocería correspondientes. Dicho lo anterior, en esta ocasión nos ponemos al volante del Mercedes GLB 200 7G-DCT de 163 CV con el paquete AMG Line y con habitáculo de 7 plazas.
renderAd(,44162);
Con diferenciado diseño más aventurero
A diferencia de lo que muchos podrían pensar, el GLB no es un GLA ligeramente más largo. Tampoco es un GLC más corto. Lo que está gustando mucho de este modelo es que tiene su personalidad propia; contando con una carrocería de líneas más cuadradas, más protecciones inferiores, unos pilotos traseros específicos, mayor altura y un aspecto más crossover.
En nuestro caso, el paquete deportivo AMG Line aporta mucha diferenciación estética, buscando un toque más dinámico que, además, se incrementa por el color rojo de la carrocería. Tenemos paragolpes y calandra específica, tonos negros en carcasas de los retrovisores, barras de techo y contornos de las ventanillas, llantas opcionales AMG Line bicolor de 19 pulgadas, cristales oscurecidos y techo solar panorámico.
A diferencia del Mercedes GLA, el GLB es unos 22 centímetros más largo y unos 5 más alto; manteniendo la anchura pero incrementando la batalla en 10 centímetros. Como decíamos, sus formas son más cuadradas, lo