En solamente cinco años, el precio de los coches eléctricos será comparable al de los coches tradicionales de combustión interna. Esta afirmación no es una estimación hecha a la ligera por parte del equipo editorial de Diariomotor, es una estimación emitida por Richard Parry-Jones. El británico fue el artífice del primer Ford Focus, y fue ingeniero jefe tanto en Ford of Europe, como en Mazda. Ahora se dedica a la consultoría de ingeniería, y tiene tanto buenas, como malas noticias para todos. Para los fans de los coches eléctricos, y para los petrolheads.
Por desgracia, no vivimos en un mundo de piruleta. No vivimos en un mundo donde las cosas son sencillas y las transiciones entre medios de propulsión automovilística son ordenadas y carentes de drama. En un un mundo perfecto, el aumento de la demanda de coches eléctricos y su perfeccionamiento técnico resultarían en una reducción de su coste de producción y precio, convirtiéndose de forma natural en la mejor alternativa al coche de siempre. La realidad es que la tercera década del siglo no será tan fácil: se nos presenta repleta de retos.
El precio de los coches térmicos crecerá más rápido de lo que bajará el precio de los coches eléctricos.
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Para la industria del automóvil será una década clave. No solo en términos de fusiones, empleo y rentabilidad, si no en términos de pura y dura supervivencia. La transición a un modelo de movilidad radicalmente diferente al actual encumbrará a algunos jugadores, y dejará por el camino a otros. Los coches eléctricos convivirán en un futuro con los coches alimentados por hidrógeno y los híbridos enchufables, mientras unos pocos coches térmicos sobrevivirán en aplicaciones muy específicas – tanto laborales como puramente lúdicas.
Entonces, ¿cuándo bajará el precio