Si hay un motor que representa a día de hoy al Grupo Volkswagen, ese es el peculiar motor W, pero la historia de la arquitectura W tiene un origen y ese comienzo se llama propulsor VR6. Volkswagen siempre ha sido un fabricante al que le ha gustado experimentar en cuanto al diseño de motores, y prueba de ello es este análisis donde vamos a conocer la historia y peculiaridades del diseño VR6. Convertido en mito por muchos y jamás entendido por otros, lo cierto es que el VR6 nació como capricho y aún sigue muy presente en diferentes marcas del grupo, aunque no de la forma en que nos pensamos.
Tal y como ha demostrado Volkswagen en otras ocasiones, el VR6 nació para dar respuesta a exigencias técnicas, pero también para crear imagen de marca
Si decimos que el VR6 nació fruto de un capricho por parte del Volkswagen no lo decimos porque sí, y es que su diseño original data de finales de los ’80 para dar respuesta a una gama de coches de mayores prestaciones, además de una oferta mecánica acorde a los estandares norteamericanos, mercado donde todo lo que fuese inferior a V6 o V8 se vendía poco y mal. Así, los ingenieros alemanes se pusieron a trabajar en una arquitectura que respondiera a estas necesidades, sumando nuevas exigencias como crear un motor de tamaño muy compacto y que permitiese reducir costes con respecto a los V6 de la competencia.
El resultado final de este trabajo de ingeniería fue el motor VR, un motor que combina los conceptos de mecánicas en V – con dos bielas compartiendo muñequilla -, con una disposición de los cilindros que se puede considerar prácticamente en línea. El concepto no era nuevo, y de hecho modelos como el Lancia Fulvia con su motor V4