La transición hacia una sociedad sostenible, hacia la neutralidad climática propuesta por la Unión Europea para el año 2050, e incluso la propia pandemia que hemos vivido en el último año, nos están llevando a una inexorable transformación de la movilidad en nuestras ciudades. Es el momento de plantear numerosas cuestiones, y asumir los cambios que están por producirse. Es el momento de replantear a qué destinamos los espacios públicos, de pensar en el espacio para el peatón, la presencia de ciclistas y soluciones de movilidad personal en la urbe y de cómo esta transformación ha de afectar, necesariamente, al automóvil privado.
Volkswagen Tiguan Allspace 2021.
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El destierro del automóvil privado
La gran presencia en los medios de la noticia que esta semana apuntaba a la suspensión de Madrid Central, la Zona de Bajas Emisiones de la capital española, no debería ser el dedo que nos impida ver la Luna. El dictamen judicial de estos días no impedirá que, más temprano que tarde, se implanten nuevas Zonas de Bajas Emisiones, en Madrid y en otras muchas ciudades españolas. E independientemente de su nombre, y de cuán restrictivas y amplias sean las zonas acotadas al tráfico, el único efecto que pueden tener es el de poner límites al automóvil privado.
Esta misma semana, y en paralelo, el Congreso aprobaba la Ley de cambio climático y transición energética. Como os decíamos, las ciudades españolas que aún no lo hayan hecho, comenzarán a delimitar Zonas de Bajas Emisiones. La nueva ley obligará a todos los municipios de más de 50.000 habitantes – y los territorios insulares – a establecer Zonas de Bajas Emisiones no más tarde de 2023. Más de 140 ciudades españolas tendrán que establecer zonas con restricciones al tráfico y medidas similares a las de Madrid Central.
Si bien es cierto