Señoras y señores, amantes de las cuatro ruedas, permitid que hoy os deleite -bueno, no yo exactamente- con el sonido del que probablemente sea uno de los Ferrari más especiales de todos los tiempos, y más teniendo en cuenta los actuales, el Ferrari 812 Competizione. Pensad por un momento en el despropósito -por favor, que se note mi irrevocable ironía- de un V12 atmosférico de 6.500 centímetros cúbicos capaz de girar hasta 9.500 revoluciones, cifra en la que no solo se sitúa el corte de inyección, sino también la nota más aguda y alta que puede alcanzar el último vástago de los del Cavallino Rampante.
Desde hace unos años se lleva viviendo una intensa cruzada contra las bandas sonoras de los vehículos de altas prestaciones, mermadas por cortesías de los filtros antipartículas y limitadores de revoluciones. Esa marabunta de sistemas se las han ingeniado para desprestigiar uno de los aspectos que más carisma proporciona a un coche; pero en Ferrari rehusan a renegar de él.
Así, la casa italiana lucha contra viento y marea en busca de seguir ofreciendo una atmósfera de deportividad en todos los aspectos, hasta al menos la llegada del que promete ser el primer Ferrari eléctrico, con el que los cánones para gestar un superdeportivo cambiarán. Sea como fuere, la última evolución que experimenta el V12 del 812 mantiene inalterada su condescendiente melodía que se ha acomodado en un tiempo pasado que, por desgracia, será finalmente decapitado.
Para darle sentido al apellido Competizione que adopta el GT de los de Maranello, los ingenieros han aplicado los retoques pertinentes para permitir que las cifras asciendan considerablemente. Ahora, el V12 nos deleita con 830 CV y 692 Nm de par, logrando que el 0 a 100 ocurra en un suspiro, en tan solo 2,8 segundos, mientras que la velocidad máxima se