Si eres un amante de la competición y un ensimismado que aprecia todo detalle, seguro que te has percatado de numerosos movimientos que realizan los pilotos y que no se suelen aplicar en la conducción cotidiana. Dentro de este cómputo de técnicas, a los ojos del menos experto como espasmos raros y curiosos, nos encontramos con lo que se conoce como punta-tacón y doble embrague, dos fórmulas que nos permitirán realizar una conducción más eficaz y cuidar un poco más la mecánica del coche. Hoy te explicamos qué son, cómo se ejecutan y para qué sirven.
Y es que entre todas las técnicas que alguien no profesional o no asiduo a la conducción en circuito puede que estas dos que hoy nos ocupan sean las más sencillas de llevar a cabo. Aunque bien es cierto que perjudicarán en cierta manera sobre el consumo -elevándolo según la intensidad con la que llevemos a cabo esta práctica-, podremos alargar la vida del embrague si las llevamos a cabo correctamente.
Qué son y para qué sirven
Bien, antes de entrar en el plano de la ejecución, debemos saber qué son exactamente estas técnicas. Pese a que el objetivo del doble embrague y del punta-tacón es el mismo, ambas técnicas se realizan de forma diferente y todo depende, principalmente, del tamaño de nuestro pie y de lo juntos o separados que estén freno y acelerador.
Estas técnicas se llevan poniendo en práctica desde tiempos inmemorables, sobre todo en el mundo de las carreras, donde es crucial perder el menor tiempo posible frenando y entre curva y curva. Hoy en día, esta función se ha extrapolado a la conducción diaria e incluso cuando simplemente queremos disfrutar en nuestro tramo de curvas favorito y consiste, básicamente, en igualar las revoluciones del motor con las de la transmisión.
Seguramente habéis experimentado en