A partir de 2035, los modelos con motor de combustión interna no se venderán en la Unión Europea y la movilidad del ‘Viejo Continente’ abrazará los desplazamientos sin emisiones. ¿Qué opciones tendremos entonces? Los vehículos eléctricos impulsados por baterías y los coches de hidrógeno basados en la pila de combustible a los que ha dado un considerable impulso: habrá una hidrogenera cada 150 kilómetros. ¿Pasa el sostenible futuro de la movilidad por ellos?
Los coches de hidrógeno, como los eléctricos, no contaminan en sus desplazamientos, pero su autonomía media es superior y parar a repostar es una operación en la que hay que invertir menos de cinco minutos. A pesar de este planteamiento, la oferta comercial en España se reduce, de momento, al Toyota Mirai y al Hyundai Nexo. Algo que contrasta con las ventajas que os señalábamos hace un momento y que nos lleva hasta los retos que deben superar los coches de hidrógeno para competir con los eléctricos en el futuro.
El precio del hidrógeno de automoción
La primera barrera de entrada con la que ya nos podemos encontrar es el precio. El hidrógeno para impulsar vehículos se almacena en forma de gas y se mide en unidades de peso: un kilo cuesta entre nueve y once euros. La capacidad máxima de los depósitos de estos modelos puede llegar hasta los siete kilos, es decir, llenarlo nos costaría entre 63 y 77 euros. Eso sí, se espera que este coste se reduzca cuando exista un mercado real de hidrógeno: si aumenta la demanda, crecerá la producción y bajarán los precios.
Extraer hidrógeno
No es necesario producir hidrógeno porque es el elemento más abundante en el planeta, pero no es posible encontrarlo en la naturaleza de forma directa: siempre forma parte de algo y, por lo tanto, es necesario extraerlo. Por ahora, la