Son el componente fundamental en los coches eléctricos y, por ende, el más caro de todos. Las baterías son las encargadas de marcar la autonomía de estos modelos, pero no son perfectas: su capacidad va mermando con el paso del tiempo acortando su vida útil y esa independencia eléctrica básica para estos vehículos. Es este un proceso lento que no debería preocupar a los dueños y futuros compradores… y menos tras el último descubrimiento: usar niobio en lugar de litio para conservar la capacidad de las baterías que usan los coches eléctricos.
Las baterías de los coches eléctricos (así como las de cualquier dispositivo electrónico) pierden parte de su capacidad de energía antes de que hagamos la primera recarga. Tal y como explica Oak Ridge National Laboratory, las razones para explicar esto las encontramos en la degradación que sufre su química y en las impurezas que se crean en el primer ciclo de carga y descarga.
Con el fin de solucionar este hándicap, Stanley Whittingham se ha puesto manos a la obra. Se trata del químico que inventó las baterías de litio a finales de los años setenta: un logro por el que fue galardonado con el Premio Nobel en su especialidad en 2019. Ahora ha dirigido a un grupo de investigadores, que ha encontrado una forma de frenar esa degradación que afecta a la capacidad de las baterías de los coches eléctricos y, por lo tanto, a su vida útil: un revestimiento que protege a las celdas de esta pérdida.
El papel del níquel
Antes de explicaros su descubrimiento es necesario comprender, mínimamente, la composición de las baterías de litio. Éstas cuentan con cátodos hechos con capas que alternan de litio y materiales de óxido que son ricos en níquel. Se emplea este metal porque genera mayor densidad de energía y mayor capacidad