Una de las razones, sino la principal, por las que el extinto Grupo FCA hizo «ojitos» al extinto Grupo PSA fue para sobrevivir. El crecimiento del Grupo Volkswagen, la redefinición de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi y la nueva ofensiva de Toyota los obligaron a «encamarse» para mirar hacia el futuro. Y no lo tenían fácil, pues el nuevo CEO del cuarto mayor fabricante de coches del mundo tenía tareas muy duras, como gestionar varias firmas solapadas.
Sea como fuere, Carlos Tavares es un mago y lo ha vuelto a demostrar con Stellantis. Ya vimos de lo que fue capaz cuando los galos se hicieron cargo de la moribunda Opel. Y en esta ocasión no iba a ser menos, aunque todavía nos preguntamos dónde han recortado los gastos para obtener unas cuentas tan envidiables como las que acaban de presentar. Os las vamos a resumir para que sea fácil entenderlas y, para acabar, una mala noticia.
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La solidez y crecimiento de Stellantis se apoya en la fortaleza de Jeep, RAM y, hasta, Maserati…
Según el documento contable que ha presentado Stellantis, respecto al mismo periodo de 2020, los ingresos han crecido un 46 por ciento hasta alcanzar los 75,3 mil millones de euros. Por su parte, el beneficio operativo ha sido de 8.622 millones, con un margen sobre la facturación final del 11,4 por ciento. Con todo, el beneficio neto se ha acercado a los 6 mil millones de euros, pues se ha quedado en los 5.936 millones de euros.
Estos datos están muy por encima de las primeras previsiones que Carlos Tavares y su equipo pusieron sobre la mesa. No obstante, entre tanta alegría hay un pequeño borrón que nos hace ser cautos. El flujo de caja ha sido de 1.200 millones de euros, pero en negativo. Esta cifra surge como resultado de los pagos