Mientras Europa, y medio mundo, se las ingenia para avanzar en la descarbonización, en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el Advanced Research Projects Agency-Energy (ARPA-E) del Departamento de la Energía de los Estados Unidos trabaja para producir acero verde, completamente libre de emisiones de CO2. Nos preocupan las emisiones de nuestros coches, de ahí que en los últimos años se esté impulsando con fuerza el coche eléctrico. Pero si miramos a nuestro alrededor veremos que todos los bienes de consumo y los materiales que han impulsado nuestra civilización han sido generados con procesos que requieren de un consumo energético muy alto y, por lo tanto, un coste en emisiones de gases de efecto invernadero muy elevado.
La metalurgia emplea un 4% de toda la energía mundial. Y no solo eso, la metalurgia supone un 7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Ese la motivación que guía a investigadores que como Christina Chang, del ARPA-E, trabajan en el proyecto que está investigando la fundición de metales sin emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero.
La complejidad del proyecto es mayúscula. La metalurgia requiere de un consumo energético muy elevado que, como os decíamos, supone un 4% del consumo energético mundial. No obstante, siempre se pueden valorar fuentes de energía renovables para suministrar a la actividad metalurgia. El problema reside en que los propios procesos que ha utilizado la humanidad para trabajar los metales, desde hace más de 5 milenios, son inherentemente generadores de CO2.
La huella de carbono de la metalurgia no solo se debe al coste energético de esta industria, sino también a los procesos que se llevan empleando desde que la humanidad comenzó a trabajar el metal, hace más de 5 milenios
Fundición de aluminio.
La humanidad no puede prescindir de la