El Renault Captur de segunda generación es un vehículo completamente nuevo que sustituye al modelo lanzado en 2013. Su gama de motores es muy amplia si buscas un SUV urbano con posibilidades de electrificación, pues tienes disponibles versiones mecánicas híbridas enchufables, híbridas convencionales, híbridas ligeras y bi-fuel (gasolina-GLP). En esta ocasión, hemos probado la versión de hibridación ligera de 140 CV asociada a uno de los dos niveles de equipamiento más altos.
Una silueta ya conocida
Como siempre solemos hacer en nuestros análisis, comenzamos analizando el exterior. No cabe duda que, pese a que este modelo ha cambiado mucho, su silueta nos recuerda en parte a la anterior generación. Supongo que es algo que Renault ha buscado intencionadamente por aquello de hacer marca y para seguir aprovechando el éxito comercial de la anterior generación (ha sido el modelo del segmento B SUV más vendido en España en el período 2013/2019, y se han fabricado 1.500.000 unidades desde que se iniciara su producción).
El equipo de diseño de Laurens van den Acker ha realizado un gran trabajo para alcanzar, bajo mi punto de vista, un coche muy conseguido en lo estético. Con una línea de carrocería más alta, un aspecto más musculoso, un capó más inclinado, una caída de techo más pronunciada en la parte trasera y la disminución de superficies acristaladas, el Captur puede presumir de un diseño atractivo y deportivo, muy superior al del Clio, modelo que se ha desarrollado en paralelo y con el que comparte muchos componentes y elementos técnicos.
Su carrocería gana en longitud (11 cm más, hasta 4,23 m) y evoluciona visualmente gracias a sus ruedas de 18 pulgadas (según versión) y su distancia entre ejes más larga (gana 2 cm, hasta 2,63 m). Además, destaca la nueva iluminación LED 100% con firma luminosa en forma de C (C-Shape)