El cambio climático es muy real, y amenaza nuestro estilo de vida y supervivencia de forma directa. Para atajarlo, los países deben reducir sus emisiones de dióxido de carbono. El Acuerdo de París tiene como objetivo que el calentamiento global solo alcance 1,5 grados con respecto a niveles preindustriales, y para ello, debemos reducir o eliminar las emisiones de CO2 generadas por la actividad humana. La dura realidad es que tras la generación de electricidad, el transporte es el principal emisor planetario de CO2.
Tranquilo, sigues en Diariomotor, y en este artículo vamos a hablar de coches. Un servidor, al igual que muchos de vosotros, es un petrolhead que ama los coches deportivos, los coches clásicos y los coches con carácter. En casi todas las ocasiones, ese carácter es causa directa de su motor de combustión interna, una tecnología fascinante que parece tener los días contados. Todas las marcas de coches aspiran a un futuro de cero emisiones, y la práctica totalidad parece haber abrazado la electrificación para lograr su necesario compromiso ambiental.
A los que amamos los coches, la electrificación nos produce sentimientos encontrados. Sabemos que es necesaria, pero salvo en contadas excepciones, tiene como resultado coches aburridos y carentes de personalidad. Electrodomésticos de transporte, en definitiva. ¿Y si os dijera que es posible compatibilizar un futuro de electrificación y cero emisiones con el uso y disfrute de nuestros amados motores de combustión interna? Puede que penséis que estoy loco… pero es lo que proponen los combustibles sintéticos, también llamados e-fuels. Recientemente, asistimos a unos workshops impartidos por Porsche, que es la marca de coches que más está tratando de impulsar estos prometedores combustibles. A Porsche le interesa: quiere mantener sus coches de siempre y sus pasionales clásicos en la carretera, pero al mismo tiempo, ha abrazado un futuro