La velocidad, ser el más rápido siempre ha fascinado al ser humano. Ya sea por mar, tierra o aire, ser el más rápido supone una ventaja decisiva sobre sus rivales. A finales de los años 80 y principios de los años 90, el avión comercial más rápido del mundo era el mítico Concorde.
Con una velocidad máxima de 2.179 km/h, su récord para un avión de línea sigue intacto. Nunca fue realmente rentable, al menos hasta que Air France y British Airways, las únicas aerolíneas en finalmente utilizar el elegante avión supersónico, convirtieron sus aviones para transportar sus pasajeros en una clase única, sólo para vips.
Un billete de ida y vuelta entre París y Nueva York costaba en 2001, el equivalente de casi 8.200 euros. Lujo, exclusividad, velocidad y una potencia descomunal eran atributos del Concorde…y del Alpina B10 Bi-Turbo. De ahí que Alpina usara la imagen del Concorde para las fotos promocionales de su súper berlina, la más rápida del mundo en aquella época.
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