Al sur de California, en el suroeste de EEUU, hay un lago creado por error que una vez atrajo en masa a pescadores en busca de sus enormes reservas de marisco y pescado y sus estáticas aguas se convirtieron en una importante parada de peregrinación para aves migratorias.
Actualmente es un cementerio pegajoso que alberga pesticidas, metales pesados y una salinidad que dobla a la del Pacífico. Las corporaciones han encontrado en este desastre natural su particular ruleta francesa en la que probar suerte, pues el lago, llamado Salton Sea, alberga enormes reservas de litio: el principal ingrediente para fabricar las baterías de los coches eléctricos.
«La fiebre del litio de Salton Sea»
«El gran problema en el Salton Sea», cuenta el investigador Timothy Lyons a Los Angeles Times, «está entremezclado con esa capa marrón orgánica en la parte superior, y para ser honesto, da miedo».
Este lago salino de 974 km² «está cargado de pesticidas y metales pesados (molibdeno, cadmio y selenio) que persisten en mayores concentraciones en aguas más profundas», continua Lyons.
Bajo sus tóxicas aguas comparten espacio lo que una vez fue fauna marina y aves, productos químicos agrícolas y la salmuera de la que se extrae el litio.
La Comisión de Lithium Valley ya ha bautizado su cruzada como «la fiebre del litio de Salton Sea», y se estima que los recursos superan los 16 millones de toneladas.
«Con la oportunidad de desarrollar litio a partir del Salton Sea en California, la Comisión Blue-Ribbon sobre Extracción de Litio está dirigida a revisar, investigar y analizar oportunidades y beneficios para la recuperación y uso del litio en el Estado», dicen en su web.