Desde hace meses os venimos hablando de lo que, para muchos, podría ser la solución que permitirá seguir vendiendo diésel y gasolina en 2035, a pesar de que, para entonces, la Unión Europea ha propuesto la prohibición de las ventas de vehículos que utilicen motor de combustión interna. Os recomendamos seguir la lectura de nuestra serie de artículos sobre los combustibles neutrales, de la que hoy os ofrecemos una nueva entrega, mostrando su lado más negativo y cuán contaminantes pueden ser estos combustibles sintéticos.
El presente reportaje es el primero de una serie de artículos publicados en los últimos meses en los cuales abordamos la tecnología de los combustibles sintéticos neutrales, como una posible alternativa al proceso de descarbonización de la industria del automóvil iniciado con el coche eléctrico, de baterías, y de hidrógeno. Analizando por qué algunos fabricantes están apostando por esta solución, cómo podría contribuir a la descarbonización del automóvil y por qué existen muchas dudas al respecto de su viabilidad.
Contenido
(I) La solución que permitirá seguir vendiendo diésel y gasolina en 2035
(II) El proyecto de Porsche
(III) La visión de Bosch y las consecuencias para el empleo
(IV) El proyecto de Mazda, Subaru y Toyota en Competición
Tal y como os venimos contando, los combustibles sintéticos neutrales son una alternativa valida para fabricantes como Porsche, que ya está llevando a cabo proyectos para producirlo y emplearlo en sus deportivos; Bosch, que teme las consecuencias para el empleo de la electrificación; y, por supuesto, para algunas petroleras, que están apostando por la producción de hidrógeno y, en el proceso, por la producción de combustibles sintéticos neutrales.
La asociación Transport & Environment, cuya visión promueve «la movilidad libre de emisiones», alerta de cuán contaminantes pueden ser estos combustibles y cómo, en algunos casos, pueden ser más contaminantes que los combustibles fósiles que utilizamos actualmente.
¿Qué es