La semana pasada, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el director general de la DGT, Pere Navarro, junto a otros altos cargos de la Administración presentaron el Balance de Siniestralidad de 2021 que nos deja un total de 1.004 fallecidos en nuestras carreteras y confirma la tendencia a la baja de los últimos años, entendiéndose por fallecido toda aquella muerte producida en el instante del siniestro o por consecuencia del mismo en las 24 horas siguientes.
De hecho, hace diez años ese contador subía hasta las 1.484 muertes, y si obviamos la estadística del 2020 distorsionada por las numerosas restricciones, 2021 se ha convertido en el año con menos defunciones. Entonces, ¿está acertando la DGT con su actual política de endurecimiento de sanciones y campañas de sensibilización?
En 2021 los fallecidos se han reducido un 9 %, mientras que los desplazamientos han descendido un 8 %.
Recurriendo a los propios datos de Tráfico, la cifra de muertes ha disminuido un 9 % en comparación con el año 2019 (último año sin restricciones), pero es que los desplazamientos también se han visto reducidos un 8 %, prácticamente la misma proporción, por lo quizá estemos llegando a una meseta en la curva. No obstante, es cierto que en los últimos compases del año la siniestralidad ha disminuido a la par que la movilidad incrementaba tibiamente.
Asimismo, la cifra de heridos graves también se ha visto considerablemente reducida, un 16 % menos que en 2019, hasta situarse en los 3.728 heridos.
Usuarios vulnerables y carreteras convencionales: los dos grandes frentes
Analizando con mayor profundidad los datos del balance, vemos que el 38 % de los fallecidos (383 en total) eran usuarios vulnerables de la vía, es decir, peatones, ciclistas, conductores de VMP y motoristas, de ahí la importancia que se le da a ciertos ADAS en los test