En los duros años de la Gran Depresión estadounidense, y también durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, era común que muchos agricultores y campesinos transformasen coches en tractores coches como el Ford Model A. No solo se hacía por ahorro o falta de dinero, si no también por escasez de medios mecánicos de agricultura a causa del esfuerzo bélico. Estos tractores caseros eran conocidos como «Doodlebug», y aunque su existencia es hoy día una anécdota, hay quienes quieren, afortunadamente, preservarlos de cara al futuro.
La mayoría fueron achatarrados, pero su simplicidad mecánica y su dureza permitió que muchas unidades sobreviviesen durante décadas, olvidadas en un viejo granero o aparcadas bajo los árboles. Es el caso de la unidad de este vídeo, que vivió una historia similar hasta que fuera rescatada hace años. No obstante, se pasó ocho años a la intemperie. Fue rescatada por un cliente de AMMO NYC – un detailer de primer nivel – y arrancó sin mucha dificultad tras ponerle algo de aceite, agua en el radiador, algo de gasolina y limpiar sus bujías.
Nunca fue lavado en sus 91 años y hubo que cortar un árbol para poder sacarlo de su letargo.
Estaba cubierta en ramas y telas de araña, y el óxido parecía cubrir todas sus superficies. El cliente quiso mantener su aspecto ajado, su pátina, y tras una limpieza a fondo, todos sus rincones fueron sellados con un producto anti óxido. Resulta altamente satisfactorio contemplar la limpieza de una reliquia nunca restaurada como un Doodlebug, contemplar restos de la pintura original del motor o el color amarillo de su carrocería. Pero resulta más reconfortante saber que posiblemente seguirá entre nosotros, funcionando, durante décadas o siglos.