Los superdeportivos son coches que tienen un precio muy elevado. Y eso, normalmente, quiere decir que no solo cuenta con materiales de primera calidad, un proceso de producción muy cuidado y por supuesto, un control de calidad exahustivo. Y si hablamos de Bugatti, este control de calidad lo realiza Steve Jenny.
Este veterano piloto se encarga de ponerse al volante de todos los vehículos que salen de la línea de producción. Se encarga de conducir cada uno de esos Bugatti Chiron y Veyron para que todo funcione como debería hacerlo. Jenny entró a trabajar en Bugatti en el año 2004 y estuvo formándose durante varios meses para conocer a la perfección cada modelo y saber cómo funciona hasta el más mínimo detalle.
Un control de calidad diseñado por él
El control de calidad ha sido desarrollado por él mismo, así que sabe perfectamente en qué debe fijarse para comprobar que todo esté OK. Antes de ser entregado a cada cliente, el coche pasa un control completo para probar que responde de la manera en que se supone que debe hacerlo.
Steve Jenny se pone al volante de cada superdeportivo y realiza una prueba que dura alrededor de unas cinco horas. El recorrido que realiza el piloto es unos 300 kilómetros. Durante ese tiempo de prueba, el piloto pone al coche en situaciones extremas y espera que responda como se espera que lo haga. Jenny comprueba que la dirección, los pedales y el resto de elementos que afectan a la conducción responden correctamente y en el caso de que haya un problema, lo remite al departamento correspondiente para que corrija el problema.
Si esta prueba es satisfactoria, el Bugatti llega al taller y se cambia el aceite de la caja de cambio y se sustituyen los neumáticos por otros nuevos. El siguiente paso es realizar una prueba de conducción en condiciones reales, sin forzarlo, de unos 50 kilómetros. Si Steve Jenny da el OK en esta prueba, el coche ha demostrado que está en condiciones de ser entregado al propietario.