La escalada de precios de los combustibles empezó en noviembre de 2020 y no parece que vaya a parar, al menos a corto y medio plazo: el petróleo no se pagaba tan caro desde 2014. ¿De quién es la responsabilidad? Lo cierto es que el precio final depende de múltiples factores: la ley de la oferta y la demanda, el nivel de consumo en función de la época del año en la que nos encontremos, el contexto político internacional, el tipo de cambio, transporte, logística… y sí, también de los impuestos.
Composición del precio del petróleo
Antes de analizar cómo afecta todo esto a la gasolina y al diésel es necesario saber la composición de su precio. Tenemos tres sumandos: la materia prima (petróleo), los impuestos y otros costes.
Barril de petróleo: en Europa empleamos como referencia el Barril Brent. Su precio influye un 38% en el precio de la gasolina y el diésel.
Otros costes: a esto hay que sumar la parte que se lleva el transporte, mantenimiento, intermediarios, empresas mayoristas (repartidoras y distribuidoras)… Esto tiene un peso del 12% en el precio.
Impuestos: suponen el 50% del precio y en el caso concreto de España son tres los que afectan a la gasolina y al diésel. El IVA, el Impuesto sobre Hidrocarburos o Impuesto Especial sobre Carburantes y el Impuesto sobre Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos (IVMDH).
Vamos a poner un ejemplo con el que se entiende el papel que desempeñan cada uno de ellos. Si llenar el depósito de nuestro coche cuesta 50 euros, 25 corresponden a los impuestos, 18 a la materia prima, 6 a la logística y comercialización y 1 es el margen bruto que le queda al mayorista.
¿Por qué sube el precio de la gasolina y el diésel?
Ahora que conocemos la composición de ese precio, vamos a repasar los factores