Los años setenta fueron una época convulsa para los amantes de los coches, especialmente en Estados Unidos. La década comenzó en el punto álgido de una fascinante guerra de potencia entre fabricantes de muscle cars, y terminó con dos crisis de precios del petróleo, nuevas normativas anticontaminación que propiciaron la llegada de los catalizadores y coches que eran una sombra de lo que habían llegado a ser hacía muy pocos años. Uno de los episodios más desconocidos es el día en que los muscle car perdieron más de 100 CV de la noche a la mañana.
Uno de los casos más flagrantes que explica qué ocurrió entre los años 1970 y 1973 es el caso del Cadillac Eldorado. El Eldorado montó uno de los motores de mayor cubicaje jamás vistos en un vehículo de pasajeros, un gigantesco V8 de 8,2 litros de cilindrada. Un coche de tracción delantera – sí, lo has leído bien – que en 1970 presumía de unos muy notables 400 CV de potencia. En 1971, General Motors redujo su relación de compresión para que pudiera funcionar con gasolina de bajo octanaje, pero el coche sólamente perdió 35 CV – asumible, ¿verdad?
Los departamentos de marketing habían iniciado una guerra de potencia anunciada con los muscle cars que parecía no tener fin.
¿Cuál fue el coche de tracción delantera más potente de la historia?
Solía decirse que el límite razonable de potencia para un coche de tracció…
No obstante, al año siguiente, en el MY 1972, este mismo propulsor anunciaba una potencia máxima de solo 235 CV. ¿Dónde se habían ido esos 130 CV? La triste realidad es «nunca estuvieron ahí». El quid de la cuestión es la forma en la que la potencia de los coches se medía en Estados Unidos en la época. La potencia anunciada por un coche era