Aunque todas las baterías funcionan de maneras similares, existen grandes diferencias en los componentes químicos que emplean para generar la corriente eléctrica.
Generalmente elementos como el litio, el níquel o el manganeso son los más comunes. Pero en los últimos tiempos ha cobrado fuerza el uso de alternativas como los fosfatos de hierro. Hoy vamos a hablar de las baterías LFP.
Qué son las baterías LFP
Imagen: Sino Voltaics
La batería LFP (Lithium Ferrum Phosphate, litio-ferrofosfato o LiFePO₄) es una variante de la batería de litio convencional donde este material se sustituye en su mayoría por láminas de fosfatos de hierro. Estas láminas se concentran en el polo positivo o cátodo.
Enfrente, un conjunto de cristales de carbono forman el polo negativo o ánodo, entre los cuales encontramos pequeñas partículas de litio. Al estar sumergidas en un líquido electrolito, estas partículas obtienen carga eléctrica, abandonando los cristales de carbono y desplazándose al cátodo.
En este proceso se genera la corriente eléctrica, que se agota cuando todo el litio se aloja descargado en el cátodo (en este caso, entre las láminas de ferrofosfato) Cuando eso ocurre, es posible introducir electricidad desde el exterior para recargar la batería y que las partículas vuelvan a su sitio en el ánodo.
Diferencias con las baterías tradicionales