Tesla, como todas las empresas nacidas de la batuta de Elon Musk (SpaceX, Neuralink, OpenAI, The Boring Company) han sido concebidas, proyectadas y desarrolladas desde cero por el gurú sudafricano.
Por el contrario, Twitter es una empresa consolidada a la que tiene que moldear sobre una base ya sólida e incluso hostil para con su persona: el reto al que se enfrenta ahora Musk tras su adquisición por cerca de 44.000 millones de dólares es por tanto completamente distinto.
Además, a diferencia de Tesla, Twitter no es tan rentable y tiene problemas endémicos de monetización. Por no hablar del contenido en sí, considerada la red con más haters y trolls por metro cuadrado.
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Para Tesla, el Elon Musk tuitero ya era un dolor de cabeza antes de comprar Twitter: troleos, multas y demandas por fraude
Da la sensación de que esta adquisición es más romántica que económica, pues el propio Mush ha dejado claro que no solo es una cuestión de dinero, poniendo el acento en cambios de rumbo a nivel de contenido y técnicos. No obstante, se antoja complicado que no quiera también mejorar sus números.
No en vano siempre ha dado la sensación de que todo lo toca lo convierte en oro, aunque tarde en hacerlo…
Un gurú visionario que sentó las claves del éxito de Tesla