Son el único punto de contacto del coche con el asfalto, una característica que los convierte en el elemento de seguridad más importante: su estado es, por tanto, fundamental. A pesar de ello, tres de cada cuatro coches que circulan por las carreteras españolas lo hacen con ruedas envejecidas o con defectos, según un estudio de Bridgestone. Quizás porque no son conscientes de las consecuencias: según la DGT, unas ruedas en mal estado pueden perder hasta un 90% de adherencia.
Circular con los neumáticos por debajo del mínimo legal, con la presión incorrecta o con desperfectos no sólo tiene consecuencias económicas, también de seguridad. Además de consumir más y de incrementar el nivel de emisiones del vehículo, también nos exponemos a una cuantiosa multa. Y, sobre todo, implica conducir con (mucho) menos agarre, aumentar la distancia de frenado además de tener más posibilidades de sufrir aquaplaning si hay lluvia.
Pérdida de adherencia
En este sentido, el Ministerio del Interior ha publicado un tweet en el que recuerda que nuestra seguridad al volante depende, en buena parte, del mantenimiento de nuestro vehículo. Lo ha hecho poniendo el acento en el desgaste de los neumáticos: cuando mayor sea, más elevado es el riesgo de deslizamiento por la pérdida de adherencia… que puede llegar a ser del 90%. Lo ejemplifica en dos escenarios:
60 km/h: circulando a 60 km/h con unos neumáticos en perfecto estado y el suelo húmedo, perderemos el 20% de adherencia. Si las ruedas están algo desgastadas y la calzada tiene 1,5 milímetros de agua esa pérdida será de un 40% y llegará al 50% si las gomas están desgastadas y hay 5 milímetros de agua.
100 km/h: si nuestra velocidad es de 100 km/h, el agarre de los neumáticos será (mucho) menor en las mismas condiciones. Con el suelo húmedo bajará un 30%, cuando