La presencia de plomo en la gasolina durante décadas causó la muerte de millones de personas, incluyendo la del propio inventor de esa gasolina, provocó una mayor criminalidad y nos hizo a todos, como especie, más tontos. Y se lo debemos todo a un sólo científico.
Esta es la historia de como la muerte de Byron Carter, fundador de las Jackson Automobile Company y Cartercar Company, en 1908 llevaría a un científico, Thomas Midgley, ha inventar la gasolina con plomo en 1921 para la General Motors.
Su invención contribuyó a un formidable crecimiento económico, pero sobre todo, tiene el dudoso privilegio de haber matado a millones de personas, habernos hecho más tontos, como especie, y provocar un aumento de la criminalidad. Y todo gracias a un sólo hombre.
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Esta historia empieza en Detroit en 1908. Allí, sobre el puente de Belle Isle, el coche de una mujer se cala. El automovilista que la sigue se baja y se ofrece para volver a arrancar su coche. En esa época sólo hay una manera de arrancar un coche, usar la manivela. Lo consigue, pero al ponerse en marcha el motor, el retorno de la manivela golpea Carter con tal fuerza que le revienta la mandíbula. Fallecería poco tiempo después de las heridas.