Desde hace décadas todos conocemos los peligros de conducir tras haber consumido alcohol en mayor o menor medida. Ni que decir tiene que la única tasa de alcoholemia segura para el conductor y el resto de usuarios de las calles y carreteras es 0,0, aunque la tasa máxima permitida a nivel genérico es de 0,25 mg/l en aire o 0,5 g/l en sangre.
Hoy no vamos a hablar de conducir poco tiempo después de tomarnos una o varias copas, cañas de cerveza o vasos de vino; sino de hacerlo varias horas después. Ya no daríamos positivo en un test de alcoholemia, pero tendríamos resaca. Y es que, ¿acaso no es igualmente muy peligroso conducir con resaca? Pues sí.
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Sin alcohol en el cuerpo, pero con peligros similares
La DGT hablaba recientemente en una publicación en sus redes sociales sobre cómo afecta la resaca a la conducción, rescatando un artículo publicado en la Revista DGT hace varios años. El dato es estremecedor: Una resaca puedes hacernos manejar un vehículo hasta cuatro veces peor.
Según los médicos, la resaca se define como un estado caracterizado por algunos síntomas como dolor de cabeza, falta de apetito, diarrea, temblor, fatiga, náuseas, alteraciones visuales-espaciales, hormonales y en la circulación de la sangre. ¿Quién no ha sentido alguna vez algo similar al despertar tras una noche agitada?
RECUERDA que no solo corres RIESGOS al volante unas horas después de consumir #alcohol.
Al día siguiente los riesgos persisten por los efectos de la RESACA.
Si vas a conducir, piénsalo bien antes de beber 🍷🍻🥂
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— Dir. Gral. Tráfico (@DGTes) May 20, 2022
Todo eso afecta considerablemente, sintiéndonos torpes tanto física como mentalmente. La universidad británica de Brunel realizó un estudio para comprobar cómo afecta la resaca a la conducción, utilizando a once conductores voluntarios que condujeron antes y después de beber alcohol.
Para garantizar la