En los albores del nuevo siglo, los entusiastas del automóvil vivieron un momento realmente confuso cuando Porsche anunció que iba a producir su primer SUV. ¿En qué estaban pensando en Porsche? ¿Ha dejado de ser una marca de deportivos? Pero detrás de esa locura había una lógica.
La mayoría de los propietarios de 911 tenían ya algún tipo de SUV de gama alta para la familia en el garaje. ¿Y por qué ese SUV de lujo tenía que ser de otra marca y no un Porsche? Además, a Porsche le vendría muy bien vender más coches, era una cuestión de supervivencia.
En 2021, Porsche vendió 301.915 coches. Pero en los años 90, antes de la llegada del Cayenne, la situación era muy diferente. En 1990, Porsche vendió 15.023 coches en todo el mundo. En 1992, la cosa mejoró un poco con algo más de 23.000 unidades, pero son cifras que están a años luz de las ventas actuales.
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De hecho, la marca estuvo a punto de desaparecer a finales de los años 90. Hasta que bajo la tutela de su nuevo CEO, Wendelin Wiedeking, la marca renació de sus cenizas y se catapultó hasta lo más alto del mercado, con el Porsche Cayenne abriendo camino.
La gama de los años 90 se componía, además del intocable