La guerra en Ucrania, además de dificultades en el suministro mundial de componentes, ha supuesto el divorcio entre la industria automotriz occidental y la rusa. La última marca en deshacerse de sus posiciones en el país ha sido Volkswagen, quien ha tomado la decisión de abandonar su planta de Nizhny Nóvgorod.
Esta planta pertenece al constructor local GAZ, quien desde hace casi diez años mantenía una sociedad con la firma alemana para producir vehículos. Según informa Reuters, a los 200 trabajadores a su cargo se les ha ofrecido una baja voluntaria remunerada con seis meses de salario.
Junto a dicha decisión Volkswagen ha comunicado a sus socios industriales rusos que la producción local de vehículos seguirá suspendida durante todo el año, lo cual supone que el parón motivado por el conflicto y las sanciones occidentales no se recuperará antes de 2023.
La nueva ‘Guerra Fría’ de la automoción
La decisión de Volkswagen es el último paso en una cadena de sucesos que comienza en marzo, cuando en respuesta a la invasión de Ucrania ordenaron la parada de sus fábricas rusas.
Y si bien no existen por el momento signos de que la marca vaya a abandonar el país, la recuperación de la normalidad parece algo improbable. No en vano, la Unión Europea mantiene una sanción sobre el industrial Oleg Deripaska, uno de los propietarios de GAZ.
Cabe destacar que, según comunicados pasados de la filial rusa del Grupo Volkswagen, en 2021 la planta había recibido una inversión de 63 millones de euros para la producción del SUV Taos,