En paralelo a la transición hacia el vehículo eléctrico estamos viviendo un momento de cambio en los modelos de planificación de las grandes ciudades a nivel global, que pasan por dejar atrás el uso privado del coche con el objetivo de reducir la contaminación tanto ambiental como acústica.
En su lugar, se fomentan otras formas de movilidad alternativas como el coche compartido o el pago por uso, los Vehículos de Movilidad Personal (VMP) como los patinetes eléctricos o las cada vez más demandadas bicicletas o el transporte público, donde uno de los reyes es el tren.
Ejemplo de ello son las medidas drásticas que están llevando a cabo ciudades como Singapur, donde a base de impuestos descomunales, comprar un coche nuevo ya es más caro que comprar un piso. ¿Podría cundir el ejemplo? Lo analizamos.
Cada vez hay menos coches, y son más caros
Que estamos empezando a vivir una gentrificación en el sector del automóvil es un hecho, y para eso confluyen varios factores.
Uno de los más acuciantes es el contexto geopolítico en el que nos encontramos, con el conflicto desatado por la invasión de Rusia a Ucrania que ha dejado en evidencia la dependencia de Europa de los combustibles fósiles rusos y no ha ayudado a que la inflación y los precios de la energía y del combustible cada vez estén más disparados. Pero no es el único.