Frente a factores como los elevados precios que están alcanzando los coches nuevos a nivel global o los retrasos en los concesionarios por falta de stock, se están intensificando fenómenos como el de los “car flippers” en EEUU.
En esencia, se trata de particulares que compran coches usados a bajo precio para revenderlos rápidamente con un sobreprecio y sin apenas garantías.
Estas lucrativas transacciones privadas pueden ser legales o no (dependiendo del Estado) o incluso pueden esconder estafas. Además, hacen que el precio medio de los usados suba.
Algunas marcas y distribuidores oficiales creen que prácticas como estas pueden llegar a afectar a su reputación, por lo que están tratando de evitarlo a través de bonificaciones en el precio o cambios en la garantía. Es el caso de dos pesos pesados de la industria como General Motors o Ford.
Cuando la reputación está en juego
En los dos últimos años, tanto comprar un coche de segunda mano como nuevo es más caro que antes, a consecuencia de factores como los problemas en la cadena de suministro y la escasez de chips que siguen afectando a la industria de la automoción a nivel global.
En Motorpasión
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