A estas alturas, KTM ya no tiene nada que demostrar. En 2008, la marca austriaca de motos sorprendió con su primer coche, el KTM X-Bow. Casi 15 años después, todo el mundo sabe que KTM es una firma tan respetable en el mundo de las cuatro ruedas como en el de las dos ruedas.
Y es que sus coches son sinónimo de altas prestaciones y, sobre todo, de diversión extrema. De alguna manera, son comparables a los modelos que ha fabricado Lotus (al menos hasta ahora) por su enfoque cien por cien orientado a la conducción y un planteamiento radical que siempre los ha relegado a los circuitos o las carreteras de montaña.
Del circuito a la calle
Tanto es así que al KTM X-Bow le costó varios años estrenar parabrisas, mientras que la última gran creación de la marca, el KTM X-Bow GTX/GT2, estaba directamente pensada para competir en la categoría GT2. Lo bueno es que, durante todos estos años, el club de fans de los KTM de cuatro ruedas no ha dejado de crecer y la marca se ha visto obligada a escucharles.
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