Por si no fuera poco con una pandemia y una crisis de semiconductores, ahora la industria del automóvil (y tantas otras que dependen de este material) se enfrentan a un nuevo reto provocado por la guerra en Ucrania: el alza en el precio del gas y la electricidad.
Esta subida de precios ha provocado que ArcelorMittal, el segundo mayor fabricante de acero del mundo, cierre una planta en Europa, lo que afectará a cada eslabón de la cadena de valores: fabricantes, trabajadores, consumidores y precio de los vehículos. Y también está ocurriendo con el aluminio.
Las plantas metalúrgicas europeas, ante el abismo
En un comunicado emitido por la compañía se informa del cierre de la planta alemana desde finales de septiembre debido a la coyuntura actual de altos precios y baja demanda:
«El aumento exorbitante de los precios de la energía está teniendo un impacto masivo en la competitividad de la producción de acero. Además, existe una demanda de mercado débil, una perspectiva económica negativa y costos de CO2 persistentemente altos en la producción de acero», ha explicado ArcelorMittal.
El grupo cerrará uno de los dos altos hornos en la planta de acero plano de Bremen hasta nuevo aviso, mientras que en la planta de Hamburgo se cerrará a partir del cuarto trimestre.
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