Tradicionalmente, los viernes suponen una ligera subida de precios de la gasolina y del diésel. No es el caso este viernes en el que los precios se mantienen sin grandes variaciones.
Aun así, en la media nacional, el diésel está muy cerca de los dos euros el litro, y es de media 4 céntimos el litro más caro que el pasado 1 de septiembre. La gasolina, por su parte, se mantiene estable, salvo por una ligera subida de la sin plomo 98. En todo caso, estamos pagando el combustible casi al mismo precio que el pasado mes de marzo.
Más allá de la singularidad que supone en España pagar el gasóleo más caro que la gasolina después de décadas en las que lo normal era la inversa, el problema es que el precio del diésel se repercute directamente en el coste de los transportes y a su vez en los productos transportados, contribuyendo así a alimentar la inflación. En septiembre, la tasa de inflación fue del 8,9 %, un punto por debajo de la media de la zona euro.
El impacto directo sobre la inflación es una de las razones que podría llevar al descuento de 20 céntimos a mantenerse en 2023 únicamente para los transportistas.
Nuestra dependencia, a nivel europeo, del diésel ruso nos ha llevado a pagar ahora un precio más elevado por ese combustible. Hasta el pasado mes de febrero y la invasión de Ucrania, Rusia era el primer proveedor de diésel de Europa.
El problema es que no hay en Europa una capacidad de refinado de diésel suficiente. Debemos importarlo y competir con otros países por una cantidad de diésel inferior, por tanto se genera una situación de más demanda que oferta a nivel