Este final de mes de octubre está siendo marcado por la estabilidad en el precio de la gasolina y el diésel. Eso no quita que llenar el depósito sigue siendo mucho más caro que febrero de este año, hasta 30 céntimos el litro más caro para la gasolina y más de 50 céntimos el litro más caro en el diésel.
De momento, tanto el diésel como la gasolina se mantienen por debajo de sus máximos históricos y desorbitados que han llegado alcanzar (2,152 euros el litro en caso de la sin plomo 95 y 2,106 en el del gasóleo A) en los meses anteriores.
Otro aspecto inusual en las subidas operadas este año, es pagar el gasóleo más caro que la gasolina y esta tendencia no parece que vaya a cambiar.
Entre las causas, se encuentran la dependencia europea del diésel ruso (hasta la invasión rusa de Ucrania, Rusia era el principal proveedor), la falta de capacidad para el refinado en el Viejo Continente o el anuncio de la alianza petrolera OPEP+ (liderada por Arabia Saudí con el apoyo de Rusia) de reducir el bombeo en 2 millones de barriles diarios a partir del 1 de noviembre, que lejos de ayudar a que los precios bajen, provocará que suban.
Una de las consecuencias directas es que el precio del diésel se repercute directamente en el coste de los transportes y a su vez en los productos transportados, contribuyendo así a alimentar la inflación. El mes pasado la tasa alcanzó el 8,9 %, apenas