Volker Wissing, quien es el actual ministro federal de transporte e infraestructura digital de Alemania, hizo oficial la semana pasada que, finalmente, no se impondrán límites de velocidad en las autopistas germanas, más conocidas como Autobahn. Las razones de esta decisión son evidentes, aunque podrían sorprenderte.
Por un lado, el actual precio de los combustibles, muy elevado, está provocando que la mayoría de los conductores circulen más despacio que antes para reducir el consumo de sus coches y así ahorrar dinero. Por el otro, la popularización de los automóviles eléctricos en este país (con una cuota de mercado cercana al 20%) implica un uso más eficiente de esta clase de vehículos con escasas autonomías que, además, normalmente tienen su velocidad punta limitada electrónicamente a no más de 160 o 180 km/h.
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Wissing ha disfrazado estos motivos diciendo que «no desea restringir la libertad de las personas» en el ámbito de la movilidad. Sin embargo, el ministro ha hablado de forma explícita sobre cómo la transición energética de la industria de la automoción y el gran aumento en el coste de los carburantes conllevan una disminución notable en el ritmo al que se viaja por carretera en Alemania.
Queda por ver si este hecho genera efectos positivos sobre las emisiones contaminantes y de efecto invernadero que, cabe recordar, era la finalidad de la propuesta que el Gobierno teutón puso sobre la mesa hace años. Tras un largo debate, parece que todo se va a solucionar sin aparente intervención (al menos de forma directa sobre las normas de tráfico).Suscríbete a nuestro canal de Youtube
La red de autopistas alemanas es famosa porque, en la mayoría de sus tramos (alrededor del 65% de unos 13.000 km), no hay límite de velocidad, lo que las convierte en vías especialmente rápidas y, por ende, apreciadas por los usuarios de