A no ser que vivas en alguna región del planeta en guerra, seas un político muy odiado o tengas mucho éxito en los negocios en un país donde la vida valga poco, no creo que te plantees la compra de un coche blindado. Si cualquiera de los supuestos anteriores coincide contigo, enhorabuena, Rezvani fabrica vehículos para gente como tú. Su último modelo se llama Vengeance y se une a una gama de todoterrenos con un altísimo nivel (el mayor) de seguridad pasiva. En realidad, se trata de productos modificados sobre otros automóviles que no salen así de fábrica. Es decir, esta empresa los prepara para garantizar la integridad física de sus ocupantes en casi cualquier circunstancia.
El Rezvani Vengeance, de inspiración militar al mismo tiempo que apocalíptica, es algo así como un SUV de aspecto bruto y amenazante construido sobre la base de un Cadillac Escalade. Mide 5,5 metros de largo por 2,2 de ancho (y prácticamente lo mismo que de alto). Una carrocería tan grande le permite albergar siete u ocho plazas sin renunciar al lujo y a las habituales concesiones a la comodidad del todoterreno americano sobre el que se basa. Para mover sus 3 o 4 toneladas de peso (según los elementos con los que esté dotado), su motor puede ser un L6 diésel con 281 CV de potencia o un V8 6.2 de gasolina con 426, 590 o 810 CV. La transmisión siempre es automática por convertidor de par, mientras que la tracción puede ser trasera o integral.
Aunque no lleva todo de serie (la mayoría de opciones defensivas conllevan sobrecoste), opta a equipamientos tan poco comunes como cristales y paneles antibalas, bajos reforzados a prueba de explosiones, una gran batería que se puede recargar mediante la energía que genera un conjunto de paneles solares, cámaras de visión