Dos años de desarrollo necesitó Porsche en la década de los 80 para convertir un superdeportivo de calle como el Porsche 959 en un vehículo con el que luchar por la victoria en el rally más duro del mundo, el París Dakar. La marca ya había hecho historia en la prueba con el Porsche 911 SC 4×4 (denominado 953), consiguiendo la victoria en su primera participación en 1984. Pero el debut en la competición del 959 no pudo ser más desastroso: ninguno de los tres coches alineados por la marca alemana consiguió llegar a la meta.
Esto no desanimó a Porsche, que al año siguiente volvió a participar con tres unidades del 959. El coche pilotado por René Metge y Dominique Lemoyne logró la victoria, acompañada en el podio en segunda posición por el 959 de Jacky Ickx y Claude Brasseur; el tercer Porsche 959, que participó en carrera pero hacía labores de apoyo, también finalizó la prueba. El 959 ganador del Dakar en 1986 permanece en su estado original en el Museo Porsche. Pero ahora, el departamento encargado de preservar la historia de la marca, ha devuelto a la vida la unidad que finalizó en segunda posición. Y el trabajo no ha sido nada fácil.
Un supercoche de calle para competir en el desierto
Convertir un coche como el Porsche 959, que rivalizaba con superdeportivos como el Ferrari F40, en un vehículo capaz de competir con vehículos todoterreno no fue una tarea fácil. Porque el 959 del Dakar no era un coche desarrollado desde cero al que se le instaló la carrocería del deportivo alemán. La base de partida era un 959 al que se le reforzó el chasis, instalando suspensiones con amortiguadores dobles y los necesarios neumáticos todoterreno. Para vadear pasos de agua con garantías, los ingenieros tuvieron que reubicar las unidades de control del motor. Y la utilización de kevlar en la carrocería, las puertas y el capó, permitió dejar el peso en 1.260 kilogramos.
El motor seis cilindros bóxer con doble turbocompresor, que rendía una potencia máxima de unos 400 CV, necesitó de un sistema de refrigeración por agua especial para asegurar la fiabilidad. Y su sistema de tracción total, junto a los 180 mm de altura libre al suelo y a la marcha especial «G» con un desarrollo supercorto para salir de situaciones difíciles, eran algunas de las armas con las que el 959 se lanzó al desierto.
Ahora, el 959 que finalizó segundo en el Rally Dakar en 1986 ya está preparado para volver a competir, tras restañar las heridas que dejaron los más de 18.000 km de jornadas de pruebas y competición en distintos rallys. Sus restauradores se sorprendieron al desmontarlo, pues el objetivo era conservar el mayor número de piezas originales. Y tanto el motor como la transmisión y la caja de cambios apenas presentaban daños. Eso sí, los mecánicos tuvieron que limpiar minuciosamente los restos de arena y lodo que todavía se mantenían en los lugares más recónditos del coche, que hasta el momento nunca había sido desmontado por completo.
Para la primera prueba de conducción del 959 restaurado, Porsche invitó a Jacky Ickx a vover a ponerse al volante del coche con el que finalizó segundo en el Dakar en 1986, en este caso en una cantera cerrada al público, un entorno con grava y nieve en el que el 959 y el propio Ickx hicieron bueno el dicho «el que tuvo, retuvo». Ahora, el 959 restaurado se exhibirá en el Salón del Vehículo Clásico de Stuttgart formando parte de una exposición especial dedicada al «75 aniversario de deportivos Porsche». Además, la marca alemana ha documentado el proceso de restauración para realizar un interesante documental de varios capítulos. El primero ya puede verse en el canal de Porsche en Youtube.