«¿Qué coche es ese?» Esa ha sido la frase que más he oído durante el tiempo que he estado probando el nuevo Polestar 2. Estaremos de acuerdo en que no es un coche que haya apostado por la espectacularidad, pero sí por un diseño refinado tanto por dentro como por fuera que le hace llamar la atención.
Es diferente por fuera, y por dentro. Al volante nos hemos encontrado con un coche eléctrico que se quiere desmarcar de los demás, y creo que lo ha conseguido para bien en muchos puntos y en algunos para no tan bien.
Polestar 2: casi primogénito
En Polestar han apostado por el minimalismo casi extremo. Cosas de suecos. No hace falta esmerarse mucho para ver que en Polestar la sencillez es un factor diferencial. Empezando por el nombre.
Ya lo hizo Mazda en su día con los números. Ahora lo repite Polestar y este Polestar 2 es ligeramente contradictorio. Se llama 2 porque es el segundo coche que la firma ex-Volvo pone a la venta, pero es el primer coche eléctrico que sale al mercado. Allá por 2018 el Polestar 1 fue el primogénito aunque en su interior escondía una mecánica híbrida enchufable.
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