Porsche es uno de los fabricantes de coches más míticos. Su leyenda se ha fraguado a base de trabajo duro y la apuesta de sus creadores por la competición en todos sus ámbitos. Con todo, la marca que conocemos hoy día está a años luz de la que fue cuando inició su andadura vital hace más de medio siglo. Hasta aquí es lo normal ya que en la primera mitad del pasado siglo los vehículos eran, digamos, más espartanos. Pero también más reales.
Entonces el «marketing» funcionaba de otra forma y pocas marcas tenían un logo definido como tal. De hecho todos los Porsche que se vendieron hasta el año 1952 no tenían un logo sobre su frontal. Es más, hasta el año 1948 sus responsables creían que lo único que necesitaban sus coches era la denominación de la marca en letras. Sin embargo en 1951 el Dr. Ottomar Domnick lanzó un concurso para crear su logo… Y las propuestas fueron variadas…
Las alternativas al logo definitivo de Porsche son, cuanto menos, curiosas…
“The Porsche Prize” fue el nombre del concurso creado por Domnick para definir el logotipo que debería representar a la nueva marca. El problema que surgió es que ninguna de las propuestas presentadas cumplía con los requisitos. Poco tiempo después, a finales del año 1951 en una cena de negocios en Nueva York, Max Hoffman habló con Ferry Porsche y recuperaron la idea de diseñar un logo. Fue a partir de ahí cuando las ideas se aclararon un poco.
Entonces Ferry pensó varias opciones y en su cuaderno de notas escribió con fecha de 27 de diciembre de ese mismo año 1951: «Volante decorado con la palabra Porsche y el escudo de Stuttgart o similar». Pero la versión o prototipo que más gustó fue la que creó Franz Xaver Reimspieß en