Dacia desembarcó en España en 2004 como la marca ‘low-cost’ del Grupo Renault, en un momento en el que la pujanza económica generalizada se traducía en mercado floreciente de SUVs de alta gama y no tanto el de los utilitarios alargado, económicos y prácticos que como era el primer Logan.
Sin embargo, muchas cosas han cambiado casi 20 años después, pues las sucesivas crisis económicas y las nuevas necesidades de movilidad obliga a muchos a tener, sí o sí, al menos un coche cero emisiones. Y aunque la tecnología ya permita grandes y poderosas baterías que garanticen cargas ultrarrápidas, autonomías superiores a los 400 km/h, y prestaciones de vértigo… ¿qué pasa con quienes quieren gastar lo mínimo posible en la forma de movilidad enchufable más modesta y barata? Aquí viene al rescate el protagonista de nuestra prueba de hoy: el Dacia Spring 45 (33 kW).
Un coqueto electrodoméstico
Particularmente, tras unas semanas de probar deportivos actuales y acudir con coches clásicos grandes y gastones (de gasolina y diésel) a concentraciones veraniegas, estaba deseando terminar por fin el montón de gestiones que tenía acumuladas para antes del parón estival. Así que cuando apareció el nuevo Dacia Sprint en la redacción de HIGHMOTOR, les ‘robé’a mis compañeros, sin dudarlo, la llave (única, simplona, con la zona metálica no escamoteable que se mete en el bombín, sin ‘keyless’), con la ilusión de montarme al fin en ese Dacia del que todos hablaban.
¡Y tampoco es que opusieran mucha resistencia! Uno, que si planeaba irse de viaje y no quería estar pendiente de los puntos de carga; el otro, que si necesitaba un cinco plazas para llevar a los tres niños detrás… Me acordé de ese amigo mío al que cada vez que le enseñaba un coche barato como posible opción de compra, me contaba que su suegra era muy mirada para los detalles y “no podía subirla en cualquier ‘lavadora’” (y eso que a él le encantan los eléctricos y los vehículos asequibles).
Así que yo, más feliz que un regaliz, decidí quedarme con este último perfil de cliente potencial y darle la oportunidad de que ‘lavara’ su imagen a este cochecito, que a pesar de sus escasas pretensiones, me miraba con cierto aire rebelde, pero simpático; aventurero pero práctico. E igual que la lavadora más barata que uno se encuentre por ahí (a veces, no quieres ni necesitas un modelo superior) tiene detalles de diseño que la hacen más agradable al ojo humano, el pequeño Dacia Spring parecía sacar pecho de su último rediseño, con una parrilla delantera que ya incluye el actual logo de la marca.
Además, esta versión Expression es como la de acceso a gama (Essential, desde 19.990 euros, sin ayudas) pero con pantalla táctil de 7″, ayuda de aparcamiento (si no, es un extra de 180 euros más), color verdoso muy pintón, distinto al blanco de serie, por unos 1.600 euros más.
Con el mismo motor pequeño de 45 CV, el Spring Essential, a su vez, es 400 euros más barata que la opción Cargo, para uso comercial (sin asiento trasero y con rejilla de separación) y todas están por debajo de la versión superior, Extreme (desde 21.640 euros) que viene con la mecánica de 65 CV.
Así, este Dacia Spring Electric 45 (33 kW) trae de serie climatizador manual, radio Plug & Dacia compatible con Apple Car Play y Android Auto, frenada automática de emergencia y retrovisores eléctricos. A esta se le han embarcado los dos cables de carga, el T2-T2 32 A de 6,5 m (506 euros) y el de toma doméstica EF-10A, de la misma longitud (730 euros). ¿Y ’lavará’ bien? Es decir: ¿cumplirá con los requisitos básicos que se esperan del que estaba llamado a ser el coche eléctrico más barato del mercado?
Minimalismo encantador
Definitivamente, es agradable de ver, tiene una línea crossover muy actual, el verde ‘militar’ de esta unidad con los remates en negro y en blanco le dan un aire aún más rudo y off-road, la altura al suelo lo hacen especialmente indicado para salirse del asfalto si es necesario y le otorgan cierta comodidad para un vehículo pensado para que te subas y bajes de él muchas veces en un mismo día, aunque te limites a lleva a los niños al cole, hacer la compra o recoger paquetes de Correos sin pagar zona azul o verde.
Dado que cuenta con la mencionada motorización pequeña, de 45 CV, invita a que cambies el chip y que encuentres la diversión en la practicidad más absoluta, en su maniobrabilidad para brujulear mucho y bien por la urbe, en una posición de conducción especialmente elevada y un consumo ajustado, con autonomías decentes para reducidos tiempos de carga.
El interior, promete que la sencillez se justifique en cada rincón, que todo tenga un porqué y que no eches en falta nada importante, sino que uses este pequeño ‘electrodoméstico’ con aires de grandeza para todo, amortizando el desembolso inicial lo más rápido que puedas. Pero claro, en el apartado final veremos que no es tan sencillo, cuando el PVP de partida no baja tanto como quizás debería…
No apto para enfadicas
Así que, con un coche despojado de lujos y de prejuicios por mi parte, ¡vamos a ello! ¿Qué tal se comportará en esta prueba el Dacia Spring, para el uso urbanita y eficaz para el que en teoría está diseñado?
En el garaje cargado con el portátil, la bolsa del almuerzo… y arrimo la cadera, como ya es costumbre, a la puerta, para que el coche salude y me facilite un poco las cosas. Hasta los Renault de hace casi 20 años ya eran pioneros en esto de la tarjeta con la que abrir sin manos, en cuanto te acercabas, pero aquí hay que mentalizarse de que no vas a encontrar casi nada que no sea absolutamente imprescindible.
Abro con el botón de la llave (eso sí), pulso el del portón, tiro de él, aparto los cables de carga embarcados (olvídate de separadores de carga, que es otro extra)… Ahora toca tentar con las manos lo que rueda por allí, sin luz del maletero) y bajar y repetir unas cuántas veces la operación, porque el ‘clanc’ de la chapa remite a una calidad percibida bastante mejorable… igual que los tiradores de las puertas, por ejemplo.
Iba a llevar una caja algo voluminosa aprovechando los 270 l de carga del maletero de serie y la posiblidad de tener un 5 puertas. Sin embargo, como el respaldo de la banqueta posterior no está dividido, o lo abato todo o nada. Y como tengo que recoger en mis quehaceres rutinarios a otras dos personas más, pues me veo obligado a posponer el transporte de la mercancía.
A bordo, me recibe un habitáculo simplón y funcional, para sólo cuatro ocupantes y no muy ergonómico, a priori. Sin embargo, los asientos delanteros, aunque vuelven a ser protagonistas en el ahorro de costes al integrar el reposacabezas (no desplegable) en el respaldo, son relativamente cómodos para trayectos cortos y frecuentes. A los altos nos cuesta un poco encontrar la postura ideal, el tacto del volante es correcto, pero sólo tienes en el los controles por voz (ni siquiera el del volumen del infoentretenimiento, que es totalmente manual y se encuentra sobre la pantalla central táctil).
Lo de ‘arrancar y salir’ sin demoras absurdas, que es lo que debe primar en cualquier u-ti-li-ta-rio es un poco errático, porque tienes que meter la llave en el bombín, pisar el freno como si no hubiera mañana, esperar unos segundos a que la ceremonia de encendido realmente indique que se conecta el motor… y, por último, girar la rueda que hay a la derecha desde la N a la D de directa.
Luego, no hay que olvidar nunca que este coche no dispone de posición P de ‘parking’ eléctrica, por lo que al iniciar la marcha o al estacionar, siempre, siempre debes acordarte de quitar o poner el freno de mano, a la antigua usanza.
Cuando le coges el aire y logras moverte y hacer esa operación a la primera o a la segunda, ya todo es bastante suave y sencillo. Eso sí, ojo con las maniobras rápidas, porque el asistente de aparcamiento de esta unidad estaba dotado de advertencias acústicas y una cámara fija, pero a veces la imagen tardaba en aparecer y era fácil estar ya en movimiento completamente ‘a ciegas’.
Ya por fin con el ‘morro’ enfilado, el motor responde lentamente pero sin desesperarte, porque el par de 125 Nm se transmite rápido a las ruedas, como buen eléctrico, sin necesidad de quitar el modo Eco mediante un botón y notar el tirón –algo superior- del modo Normal (no hay un tercero) y mueve sus 1.045 kg de peso con soltura para transitar por la vida sin demasiadas prisas (tarda casi 20 segundos en pasar de 0 a 100 km/h).
El coche es corto (3,7 m de longitud), estrecho (mide 1,6 m de lado a lado) y manejable, aunque es cierto que otra sorpresa es que no hay un sitio específico para apoyar el pie izquierdo más allá de la superficie esponjosa y poco confortable de la moqueta que recubre el paso de ruedas. Y entre eso, el balanceo en las curvas cerradas propias de la ciudad y la reducida distancia entre ejes (2,4 m), todo se mueve, suena y rebota hasta en los badenes y resaltos tomados a baja velocidad.
Hacía tiempo que no conducía nada con unas llantas de 14”, pero hay que reconocer que tanta ‘goma’ en torno a la llanta permite amortiguar un poco las irregularidades del peor pavimento que puedas encontrarte –incluso si se trata de algún camino facilón-.
A medida que cojo ritmo y encaro vías más rápidas, el comportamiento del neumático flojea, desliza no es precisamente silencioso. El ruido aerodinámico también es elevado, hasta dificultar una conversación que mantengas por el manos libres. Una pena que la insonorización no sea óptima, porque el motor sí que trabaja de forma muy discreta en decibelios.
Con todo, reparo de pronto en que se pueden bajar un poco el zumbido con un gesto que debería ser sencillo, pero que la simplicidad y la economía del concepto Spring vuelve a complicar: subir la ventanilla trasera, que alguien se había dejado ligeramente abierta –y que, por cuestiones de diseño, no desciende hasta abajo-. Pero debido a que sus elevalunas eléctricos traseros únicamente están en las puertas posteriores, no se pueden gestionar desde el puesto del conductor y tengo que detenerme en una gasolinera (¡en una gasolinera con un eléctrico!) para completar la operación con seguridad.
En fin, ya que estoy allí, me compro una lata de refresco para amortizar la parada. Pero me la tengo que tomar antes de volver a retomar la ruta, ya que no hay huecos portaobjetos donde apoyarla sin riesgo a que se vuelque y manche todo, ni en la consola central ni en la puerta (el organizador de objetos y bebidas cuesta 50 euros).
Sí, parecen detalles de sibarita, pero en el día a día molestan lo suyo hasta que los asumes, aunque esto último es fácil de solventar en la boutique oficial o con algún accesorio chapucero de supermercado. De lo que sí hay que mentalizarse es de que este coche es, por encima de todo, un SUV pequeño de andar por casa. En otras palabras, un crossover parar de moverse por la ciudad a bajo coste. Y que sus reducidos consumos –que se mantienen por debajo de los 14 kWh a los 100 km/h a velocidades legales y moderadas. Incluso cuando fuera de vía pública lo mantenemos a 133 km/h, máxima a la que está limitado, el tema no se dispara.
No obstante, es muy razonable esa limitación, para que nadie sienta la tentación de forzar la máquina: la sensación de estabilidad y buen comportamiento no es una constante en carreteras viradas ni en autopista a velocidad de crucero de 120 km/h. Tiene un rodar poco aplomado a poco que intentes practicar una conducción dinámica -que no deportiva- para llegar a tiempo a todas tus gestiones.
Eso sí, en general, permite una alta movilidad urbana porque puedes acceder a todas las zonas restringidas por normativas anticontaminación, gira bien, sale de los semáforos con suficiente brío, gasta aún poco y se aparca fácilmente en cualquier rincón.
¿Precio asequible o elevado?
Por último, volviéndolo a comparar con un electrodoméstico, ¿merece la pena? Lo cierto es que todos sus pequeños puntos a mejorar se le perdonarían mejor si el precio de partida no rondara los 20.000 euros, sin ayudas. Es cierto que así resulta mucho más asequible que otros muchos modelos de la competencia (y que en la web de Dacia recalcan que con el Moves III su PVP puede empezar en los 12.990 euros, con entrega inmediata -otro punto a destacar-), pero por ese precio oficial, quizás debería tener unos estándares de calidad algo más elevados.
Eso sí: si lo quieres sólo para ciudad y salidas esporádicas un poco más lejos, podemos decir a quienes lo llaman ‘lavadora’ en tono despectivo que sí, que ‘lava muy blanco’ y lo hace a menor coste de adquisición y de consumo, que carga rápido (en casi hora y media) su batería de 27,4 kWh y su autonomía, bastante superior a los 200 km hagas lo que hagas (declara 230 km). Da muchísimo juego para el día a día y si le toleras sus pequeñas pero numerosas ‘manías’ de acabados y comportamiento… quizás este Spring sea la puerta de entrada a todas las bondades que supone hoy día la ansiada -y cotizada- electrificación con etiqueta Cero.