Señoras y señores, estamos atravesando una zona de turbulencias, por favor, abróchense el cinturón, guarden los objetos electrónicos más pesados y no utilicen los baños. La situación suele ser más incómoda e intrigante que insegura, pero por desgracia, cada vez más frecuente. Se debe, también, al cambio climático y cómo afecta a las corrientes de aire en las alturas.
¿Qué son las turbulencias y vuelo y qué las provoca?
Son perturbaciones y variaciones en la corriente de aire que pueden causar movimientos bruscos e inesperados en el avión. Pueden variar en intensidad y se pueden manifestar de varias formas, desde sacudidas suaves y regulares hasta movimientos más bruscos y abruptos. Las turbulencias son causadas por una serie de factores atmosféricos, como cambios en la velocidad y la dirección del viento, corrientes de aire ascendentes y descendentes, o la interacción de diferentes masas de aire. No son exclusivas de un tipo de vuelo o de una región en particular; pueden ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento durante un viaje aéreo.
Afortunadamente, los aviones están diseñados y construidos para soportar una amplia gama de condiciones atmosféricas, incluyendo este fenómeno. Los aviones comerciales disponen de un diseño estructural ligero, pero resistente y flexible, especialmente en sus alas, y todas las aeronaves disponen de sistema de control de vuelo avanzado que pueden detectar las turbulencias con antelación y responder ante ellas de manera automática garantizando la estabilidad y el control del avión de la forma más eficazmente posible.
Incluso, las aeronaves más grandes disponen de estructuras de amortiguación de movimientos que ayudan a suavizar el efecto de las turbulencias en los pasajeros. Todos los vuelos comerciales, además, tienen flexibilidad de ruta de tal modo que los controladores aéreos pueden desviar el tráfico hacia zonas donde no haya turbulencias o sean menos severas. Si eres un pasajero, confía al cien por cien en la tecnología aeronáutica porque están sobradamente preparados para afrontar las condiciones más críticas que puedas imaginar, incluso flexiones de alas que jamás imaginarías.
El estudio y su vínculo con el cambio climático
Un equipo de científicos de la Universidad de Reading en el Reino Unido ha llevado a cabo un estudio que abarca datos climáticos desde 1979 hasta principios de esta década, cuyos resultados revelaron un aumento sustancial en la turbulencia experimentada por vuelos en el Atlántico Norte, un corredor aéreo crucial. El hecho más relevante del estudio es el aumento constante en la duración y la intensidad de la turbulencia en aire claro, sin nubes, sin un factor aparente que indique condiciones críticas para el vuelo.
A lo largo de cuatro décadas, la turbulencia en aire claro de grado ligero o superior pasó de 466,5 horas en 1979 a 546,8 horas en 2020, lo que equivale a un aumento del 17%. La turbulencia de grado moderado o superior mostró un incremento aún más significativo, aumentando un 37%, y la turbulencia de grado severo o superior se disparó un 55%, pasando de 17,7 horas a 27,4 horas en el mismo período. Es también reseñable que estos cambios no solo se limitaron al Atlántico Norte, sino que se reprodujeron en otras regiones, incluyendo Estados Unidos, Europa, Medio Oriente y el Atlántico Sur.
¿Por qué está ocurriendo este efecto? La respuesta se encuentra en el cambio climático. Diferentes estudios explican cómo el calentamiento global ha intensificado la lucha entre las corrientes de chorro en la atmósfera superior y la parte inferior de la atmósfera. Este conflicto de fuerzas ha llevado a un incremento en la turbulencia en aire claro, llamada así porque no es visible a simple vista. Es como una especie de «tormenta invisible» que los aviones atraviesan, y que se está volviendo más frecuente.
El aumento de la turbulencia no solo tiene implicaciones para la comodidad de los pasajeros, sino también para la economía de la industria de la aviación. En 2003, se estimaba que la turbulencia ya costaba a la industria alrededor de 200 millones de dólares al año, cifra que ha ido creciendo exponencialmente desde entonces. La turbulencia no solo sacude a los pasajeros, sino que también puede causar desgaste y daños a las aeronaves, algo que aumenta los costos de mantenimiento.
Los efectos de la turbulencia pueden variar desde molestias menores, como dolores de cabeza temporales, mareos o vómitos, hasta lesiones graves que requieren atención médica y hospitalización debido a que los pasajeros pueden golpearse a o caer. Datos de la Administración Federal de Aviación (FAA) indican que entre 2009 y 2022, 34 pasajeros y 116 miembros de la tripulación sufrieron lesiones graves debido a este efecto.
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